El glamour nace, se hace o se compra en el Super?


miércoles, 16 de enero de 2008

¡Qué bien se está aquí!

¡Qué bien se está aquí! Como vuelva a escuchar esa palabras, el que la haya pronunciado se va arrepentir toda la vida de haberlo hecho.
Disculpad este comienzo tan violento pero es que eso de trabajar detrás de un mostrador estresa mucho (me comprendes, ¿verdad Delcar?). No sabéis lo pesada que puede llegar a ser la gente. Cada día es una prueba constante para mi paciencia y no siempre la puedo superar. Yo ya llevo muchos años en esto y puedo aguantar casi todo. Pero hay cuatro palabras que cuando las oigo hacen que me ponga verde, mis músculos se tensen y los ojos se me inyecten en sangre. Esas cuatro palabras son "¡Qué bien se está aquí!". Estarás bien tú maruja de las narices, que vas a estar dos minutos y además te va a atender un tío guapo y simpático como yo. Si te pasaras más de nueve horas todos los días entre estas cuatro puñeteras paredes viendo caretos de gente fea que no sabe ni lo que quiere y te matases por explicarles lo que mejor les va a ir y al final se llevasen otra cosa que luego vendrán a cambiar porque, claro, no les ha servido no estarías tan bien so guarra. ¿Qué quieres criatura, que además de pasarme aquí todo el día encima me tengan sin calefacción? Si te parece que me pongan una bola de hierro encadenada al tobillo y un pavo con capucha para que me de latigazos, no te jode. Que se está bien, dice. Yo estoy bien en mi casa, cacho perra.
Ahora pensaréis que soy un borde que no tiene paciencia, pero nada más lejos de la realidad. Si hay algo que me sobra es paciencia, podéis estar seguros. Pero es que hay clientes que no sé si de verdad son así de tontos o es que estoy siendo víctima de un programa de esos de cámara oculta. Yo todos los días mataría a dos o tres tipejos de esos pero, como eso de matar está feo, no lo hago. Algún día os contaré alguna de esas anécdotas para que seáis vosotros mismos los que decidáis si soy un borde o tengo más razón que un santo.
Bueno, también tengo que reconocer que hay clientes que son muy buena gente y que cuando vienen da gusto atenderles, pero eso, es otra historia.

7 comentarios:

DelCar dijo...

Tranqui, Dani, te entiendo a la perfección. Pero también depende mucho del día que uno tiene. Lo cierto es que con el comienzo de semana que llevo, lo menos que me apetece es ver gente. Pero, oye, me voy al baño, echo un lloro, un grito, me doy con agua fría y pongo una sonrisa delante del espejo, falsa, pero sonrisa. Y ya no me la quito. Así que lo único que me pueden achacar es de sonrisa falsa, pero bufidos a los clientes nunca. Ellos, para bien o para mal siempre tienen la razón. O a tí cuando eres cliente no te gusta que te traten bien? Pues ya está, tú, bien amable, "qué tal? Sra. María, hoy está guapísima, que ha hecho, está más delgada, le sienta fenomenal el rojo" Y ya están en el bote. Luego maltrátalas si quieres que ni se enteran.

Pequeña Silvi dijo...

Pos yo casi siempre que entro a una tienda digo "qué bien se está aquí", porque creo que tb es un gesto de cortesía hacia el/la dependiente/a, ya que interpreta que su actitud y su presencia y las condiciones ambientales me agradan, lo cual predispone a quien te atiende a que te atienda mejor, si me atienden mejor, yo estoy más feliz, si estoy más feliz, compro más, y si compro más, pal negocio mejor, todos ganamos.

Dani dijo...

Delcar, pero no me querrás decir que no se nota cuando alguien lo único que quiere es tocarte las narices. Yo, que alguien sea pesado o tonto lo puedo aguantar, cada uno es como es. Pero si lo que quieren es incordiar, no hija no.
Por supuesto que cuando voy a comprar algo me gusta que me atiendan bien, que pocas veces lo hacen. Pero te aseguro que yo no toco las pelotas al dependiente/a que me atienda. En mi vida he cambiado algo después de usarlo y cuando me cargo algo no voy a la tienda diciendo que me ha salido roto. Y por supuesto, no insulto al dependiente ni le amenazo con mandar a alguien para darle una paliza (esta historia es buena, algún día os la cuento). Cosas todas ellas que me han pasado. Y yo en más de diez años detrás del mostrador jamás le he dicho una palabra malsonante a nadie, aunque me he pensado muchas.
Lo veis, ya estáis pensado que soy un borde sin paciencia. Y eso que vosotras me conocéis, los desconocidos se van a pensar que soy el mismísimo Lucifer.
Ahora tendré que escribir un artículo de los clientes que me caen (y a los que caigo) símpaticos, que son la mayoría. Los que me invitan a una caña después de cerrar, los que me traén tarta por mi cumpleaños, los que me invitan a café. Para que veáis que no soy tan borde.

La gata Lola dijo...

Que viva Lucifer Glamouroso!!!!!

María dijo...

Hola mis queridos!
Ya estoy de nuevo aquí!!!!!!! os echaba mucho de menos pero es que entre unas cosas y otras NO HE PODIDO ni pararme a ver mi badil!!!! Ahora ya instalándome poquito a poco en la gran città ya me voy organizando mejor aunque "aquí tampoco se está así de bien" porque Roma es una ciudad caótica y dura...en fin chicos que os tengo que contar muchas cosas y que Gata Lola mi querida!!! si me abres la sección desde Roma con glamour prometo escribir cada día alguna de las chorradicas que me pasan!!!!
Os echo mucho de menos y Dani, ayyyyyy cuánto te entiendo! que hay palabras que joden mucho sí!
Os quiere,
Mari Glam

La gata Lola dijo...

Lo siento Dani, pero hoy me ha sido imposible buscar una foto a la altura de tu artículo... Pero la próxima te prometo que no faltará!

Dani dijo...

Mari Glamur, menos mal que tú me comprendes. Estaba empezando a pensar que sí era un borde.
Estamos ansiosos por escuchar tus aventuras romanas que seguro que tienes muchas.
Ciao