Rafaela, Rafaela

¿Quién nos entiende a las mujeres?

Nadie. Ni nosotras mismas.

Te pasas la vida diciendo lo que te mola y lo que no (sobre todo lo que no) y terminas recogiendo cualquier cosa que ni por asomo se parece al ideal que tenías... Endevé. Mira que somos raras!

Las peores somos las que ya, de entrada, nos reconocemos como raras oficiales. Yo, que me paso la vida diciendo que no quiero hombres en mi vida, me reconozco a mi misma estando tan agustito con el género opuesto... Esquirola!

Y es que la vida da tantas vueltas. Tantas, tantas, que al final te marea y ya no sabes por dónde te queda el norte. Ya del Sur ni hablamos. Porque como ya decía la gran Rafaela, por lo visto, para hacer bien el amor hay que pirarse al sur. El S.U.R. Ese mundo mítico que nos vendía la Carrá para las Folladoras sin Fronteras. Pero la muy perraca no nos daba el mapa. Se los querría quedar todos para ella solita. Hombrepodios, Rafaela! Que los bienes escasos se comparten!

Mira por donde, yo hoy no quería hablar de sexo, ni de hombres, ni de nada en concreto. Para qué os voy a engañar. Pero mi subconsciente me traiciona y aquí me tenéis escribiendo del sur.

Os dejo con Rafaela, que sabe más de lo que cuenta. Del Sur y de la fuente de la eterna juventud. Que igual están pared con pared, porque la tía hay que ver cómo se conserva a sus ya... 500 años?

En fin, que seguiremos buscando el sur y si no nos quedaremos en el norte. Que para esto del sexo amor tampoco está tan mal.